En las fotos que tomé en el colegio secundario, es posible advertir nombres, dibujos y símbolos que, año tras año, dejan los chicos en los pupitres y escritorios de las escuelas. Una necesidad de dejar huellas personales que viene de larga data y que no conoce fronteras.
Parecería que todos llevamos adentro un enano vandálico. |
Entrada al templo de Luxor |
La firma de Ding dio la vuelta al mundo, pero el joven chino está muy lejos de ser el único en necesitar dejar su impronta. Si de piedras y nombres hablamos, ante todo hay que mencionar a nuestra clase política, que no pierde lugar ni ocasión electoral para decorar el paisaje con sus importantes consignas y sus inolvidables apellidos.
Se trata de un movimiento que nació en México y que tiene por propósito captar la atención del ciudadano como si estuviera ante una publicidad.
No se trata de vandalismo porque cuenta con el total consentimiento del propietario de la pared intervenida.
Esta pared está en mi barrio. Cuando la leí, casi lloro de la emoción. |
Sólo pretende embellecer la ciudad. Y a diferencia de Ding Jinhao y de los políticos, lo logra. Sus paredes ya son parte del paisaje urbano.
Acción poética nace en Monterrey, a partir de una iniciativa del poeta mexicano Armando Alanis Pulido. |
muy interesante...cariños
ResponderBorrarGracias xielo celeste por visitarnos!
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